¿Quien dijo que L.A. no tiene nada interesante?

Aquí Elena y yo, no tenemos claro si se necesitaria una semana en ver parte de lo que esta ciudad ofrece, o haría falta toda una vida, como dice nuestro anfitrión, 86 años a sus espaldas, 3.5 años en la marina durante la segunda guerra mundial...

Pero empecemos por el principio. Ayer, a mediodía, decidimos comenzar ruta. Dejamos Las Vegas a nuestras espaldas con idea de parar en un pueblo fantasma a mitad de camino. El paisaje sigue siendo desértico, millas y millas y millas de nada mas que rocas, cactus de todos los tamaños y hasta dunas que se ven a lo lejos y que cuando sales del coche se hacen presentes en forma de arena arrastrada por el viento.

Llegar a Calico (si, ese es el nombre del pueblo, seguro que alguno esta pensando en un personajillo con bigote...) Ghost Town es adentrarse en ese desierto y dudar de que realmente la gente pueda vivir en un lugar como ese. Era una antigua mina de plata, que quedo abandonada y que ahora es un pueblo fantasma, pensado para los turistas, de modo que el Saloon es un restaurante y puedes darte un paseo en un tren de vapor que se usaba para ir a las minas. Aun eso, tiene su encanto... no quiero ni imaginarme el calor que tiene que hacer en verano... Nos sirvió para surtirnos de música country (oh yeah)....

La llegada a Los Ángeles, es un sin fin de autovías de 5 carriles que se van entrelazando. Llegamos a la entrada (realmente a los alrededores) a las 18:30. Supuestamente ya no es hora punta, pero ni en sueños pensé que tendría que conducir en una autovía como esa a una media de 5 por hora durante los últimos 15 kms... Aun eso, la gente es muy respetuosa, dejando que cambies de carril y los carteles que vamos viendo por el camino, hacen mucho mas llevadero el superatasco... Holliwood N, Santa Monica, Malibu, Pasadena, Universal Studios... 

La cena a la llegada es ESPECTACULAR. Nos reencontramos con la familia Hendrickson 12 años después, y con la Jorgensen 17 años después (se dice pronto). De repente nos vemos metidas de lleno en cuatro generaciones de americanos y nos damos cuenta que con los que mas nos identificamos es con los bisabuelos... manda narices!

El día hoy ha sido un cumulo de sitios televisivos y cinéfilos... Malibu beach, una birria de playa, super pequeña pero muy bonita, rodeada de mansiones de millonarios; Santa Mónica y su pier, y si, Bubba Gump Shrimp Co. existe y tenemos pruebas!!!; Venice beach, con sus ultimos hippies y gente de lo mas variopinta... por poner un ejemplo, un negro rasta piojoso con abrigo hasta los pies tocando la guitarra eléctrica sobre patines de ruedas desproporcionadamente enormes...; Grimsbly, un parque desde el que se divisa toda la ciudad, una pasada, inmensa, extensa hasta el infinito; Hollywood y las estrellas en el suelo y las manos y pies de todo tipo de famosos... no ha sido para menos.

La verdad es que después de este día, no nos queda otro remedio que decir que Los Ángeles es una ciudad,

 como todas las que son grandes, con mucho que ofrecer... y te deja con ganas de volver y poder visitar esos museos, playas, barrios, parques, platos de television, teatros, cines de los de an

tes... toda una sorpresa. Quizá lo que hace falta para que te termines enamorando de esta ciudad es ir de la mano con alguien local, como nos esta pasando a nosotras. Lo que pasa siempre.

Mañana salimos rumbo a Oceanside, un lugar a medio camino entre LA y San Diego. Con suerte, nos bañaremos y seguro que tenemos que comprar crema con protección solar... porque hoy alguna ya se ha puesto como un cangrejo.

Un abrazo.